Diseñar un jardín japonés: creación de un jardín Zen.

EL ESTILO JAPONÉS

El jardín japonés es un estilo de diseño de exteriores inspirado en la religión budista e importado de la China del siglo IV.

El principio de base del jardín japonés es crear un ambiente natural y armonioso en miniatura. Las obras ponen en práctica las interpretaciones del paraíso de los sabios y pintores de la época.

Un auténtico jardín japonés debe contar con algunos elementos clave:

Piedras:

Las piedras «Ishi» se recolectan de la naturaleza para que tengan ese aspecto «desgastado». Sirven para representar montañas o rocas, para trazar las corrientes de agua o para delimitar espacios sutilmente. Siempre deben sumar un número impar (1, 3, 5, etc.).

Agua:

El agua no puede faltar en un jardín japonés. Símbolo imprescindible de la filosofía sintoísta y budista, el agua purifica, regenera y da vida.

En el jardín debe haber agua que represente lagos, canales o ríos. Las fuentes de jardín y cascadas son bienvenidas, ya lo dice el proverbio: «El agua que corre nunca se corrompe».

El agua debe estar en movimiento para armonizar las energías. Además, el sonido del agua al caer invita a la relajación y a la meditación. Según los monjes taoístas, el espíritu debe imitar al agua. Gracias a su versatilidad, el agua puede esquivar todos los obstáculos y tratar de adentrarse siempre en lo más profundo de la tierra para que pueda haber vida. Del mismo modo, nuestro espíritu intenta llegar a lo más profundo de nuestro ser para encontrar allí la esencia misma de nuestra existencia.

Vegetación:

Los jardines japoneses se identifican fácilmente por sus árboles cortados con un estilo particular.

El Niwaki (literalmente «árbol de jardín») es el arte de podar y disponer ciertas especies de árboles para que se integren perfectamente en la composición del espacio. Los árboles de los jardines japoneses nunca están aislados, siempre están rodeados por otros vegetales y elementos decorativos que les ayudan a fundirse con el paisaje.

Predominan las especies que crecen lentamente como el roble, el arce japonés, el pino, el cerezo japonés o el sauce.

Las plantas de tierra de brezal son las más comunes en los jardines japoneses: la camelia, la azalea, el rododendro, la magnolia, la andromeda, la nandina, la espirea de Japón, etc. El musgo permite además crear variaciones de composición y de tono.

Bambú también forma parte de las creaciones. Se puede utilizar bambú enano para decorar espacios pequeños.

Por último, el arte del bonsái también suele utilizarse en los jardines japoneses para decorar las macetas.

Elementos decorativos:

Las linternas «Toro» se colocan estratégicamente para iluminar sutilmente zonas concretas del jardín y resaltar algunos elementos. Las linternas tradicionales suelen esculpirse en piedra o granito para que se fundan perfectamente con el paisaje.

Las estatuas decorativas dan vida al paisaje. Es preferible el uso de estatuas que respeten el estilo del jardín como las estatuas de Buda o de dioses asiáticos.

Por último, los pasos japoneses «tobi-ishi», tan característicos, permiten pasearse por el jardín japonés sin dañar el musgo o las plantas.

REGLAS DE CREACIÓN

Los jardines japoneses se conciben como cuadros vivos que incitan a la contemplación. Este mismo proceso se puede encontrar también en los jardines zen de los templos budistas, caracterizados por tener una composición minimalista y en miniatura. La filosofía budista también influye en las reglas de organización de los jardines japoneses:

Evitar las líneas rectas:

«La armonía nace del caos». Hay que privilegiar la asimetría de los elementos. Todo lo contrario a un jardín francés como el del Palacio de Versalles donde el objetivo fue imponer un orden al caos de la naturaleza.

Evitar la simetría:

Los elementos del jardín japonés siempre se disponen aislados o en números impares.

Sobriedad y sencillez:

Los elementos decorativos (linternas, estatuas, puentes, etc.) deben fundirse con el paisaje. Lo mejor es elegir colores mate con tonos naturales. Deben evitarse los objetos barnizados o brillantes.